lunes, 24 de marzo de 2014

Los otros, NOSotros, felicidad. Aquí y Ahora.

 ¡Y llegó Marzo! Y volvemos de nuevo a la rutina. Algunos con ganas, otro no tanto, otros con estrés post-vacaciones…pero aquí estamos. Haciéndole frente a la realidad otra vez. ¿Y si en vez de tenerla al frente, nos metemos en ella y la vivimos intensamente?
Uno de los elementos, que la ciencia ha demostrado como central para la felicidad, es precisamente vivir el presente. Quienes se enfocan en el pasado, tienden a ser más depresivos, seguramente algo más pesimistas, y en el trabajo, menos productivos. Quienes se orientan principalmente al futuro, seguro serán más ansiosos y estarán más propensos al estrés, a malestares físicos (musculares y gástricos, entre otros). Por ello, ubícate en el presente, pues aunque suene obvio, es lo único que existe. Aquí y ahora. Sólo este momento mientras lees.
¿Pero es necesario vivir el presente solos?
En el último tiempo he experimentado con fuerza, y he conocido de otras fuentes cercanas (empresas), la idea de que los seres humanos buscamos las relaciones, queremos formar parte de un grupo y ¡sí!…léalo bien: ¡también en el trabajo!
Pareciera existir la extraña idea de que al trabajo vamos sólo a trabajar. A cumplir con nuestras tareas y obligaciones. A “rompernos el lomo” para lograr lo que aspiramos alcanzar, “con esfuerzo, sudor y lágrimas”. Y sin embargo, la cotidianeidad no es tan así. Esperamos conectarnos con los otros. Anhelamos que “algo” ocurra en ese espacio que llamamos trabajo. ¿Se han fijado incluso, que mal vistas son esas personas que sólo se ocupan del trabajo y nunca comparten? Objetivamente, no hacen nada malo, pero genera ruido, llama la atención, y ello suele terminar en conversaciones de pasillo que afectan el clima laboral. Es decir, queda demostrado que los trabajadores no sólo trabajamos, sino que buscamos las relaciones.
Estas últimas semanas, esta idea me ha llamado poderosamente la atención. Más aún porque se me ha hecho evidente ante distintas situaciones.
Me enfrenté a un diagnóstico de comunicaciones internas de una empresa, donde el deseo generalizado consistía en tener reuniones entre todos, e incluso, ¡actividades extralaborales! Cuando lo leí, quedé sorprendida, pues los resultados indicaban que los trabajadores parecían no demasiado motivados por su trabajo y sin embargo, añoraban espacios de encuentro como un elemento central para su motivación y sentido de pertenencia y sentido del trabajo.
Sé de otra empresa, a la que un gerente nuevo llegó. Con el fin de interiorizarse en su nuevo trabajo, comenzó a recorrer las distintas áreas que estaban a su cargo. Una de ellas, consistía en ese lugar que muchos de ustedes reconocerán como cercano: “la “bodega”. Asistió a una reunión, conoció a la gente, lo que hacían y algo de su cultura organizacional. Impresionado quedó, cuando un rato después, se entera que la gente de esa área estaba fascinada y motivada, pues nunca antes un gerente había asistido a su lugar de trabajo y menos aún, les había preguntado qué y cómo hacen su trabajo. Algo cambió de inmediato en esos trabajadores. Luego, se reunió con las jefaturas. Quedó impactado al saber, desde un trabajador antiguo de la empresa (20 años), que nunca antes se habían reunido todas las jefaturas y que por ello le agradecía.
¿Acaso a nosotros no nos ocurre lo mismo? ¿no es fantástico cuando cada uno, desde su rol, construye como parte de un todo? Y más aún, ¿Cuándo uno, como persona, sabe quiénes son las otras personas con las que trabaja? Personas, no trabajadores.
Cuando ello ocurre existe fiato, existe sentido, existe motivación a lograr metas. Todos existen y son importantes para el equipo.
¿Acaso un equipo de fútbol no siente las consecuencias de jugar un partido con 10 en vez de 11? No es ´solo el número de jugadores, sino que además, cada uno de ellos sabe de los demás, de sus historias (muchos viajan y conviven juntos bastante tiempo), sus fortalezas y debilidades y logran sacar el mejor provecho de ello.
Para un equipo real que goza y es feliz con su trabajo, no existen el “yo y los otros”, sino exclusivamente un nosotros.