Nunca me consideré una emprendedora, al menos no con esa
palabra. Sólo me enfrenté a una crisis (el 27F) con ganas de ayudar. Con ello,
comenzó a hacerse realidad mi sueño personal: querer hacer un aporte a mi país.
Han sido ya casi 4 años de trabajo intenso. Con altos y
bajos; con alegrías y sacrificios, que han ido rindiendo frutos.
He recibido un premio que no puedo considerar sólo mío. Si
no hubiese sido por todos quienes han aportado a que este sueño se hiciera
realidad, no estaríamos donde estamos ni habríamos alcanzado lo que hemos
conseguido.
Hoy recibo un premio, que acojo más bien como un regalo y un
refuerzo positivo a todo lo entregado. Ya no es sólo un sueño. Sino más bien,
un aporte a nuestra sociedad, que ha sido valorado por otros agentes sociales,
nacionales e internacionales.
Ahora los desafíos son más grandes. Pertenecer a una red
internacional de emprendedores sociales jóvenes, quienes también buscan cambiar
el mundo. Y lo hacen. Cada uno en su forma.
Tuve la oportunidad de compartir 5 días con los ganadores
nacionales. Maravillosas personas, sencillas y poderosas; con energías
transformadoras, humildes y colaboradoras. 10 personas que recorren de norte a
sur, realizando acciones que buscan elevar la calidad de vida de sus entornos.
Agradezco profundamente a cada uno de ellos, por su cariño,
fuerza y compromiso. También a quienes hicieron esto posible (Universidad
Andrés Bello y la International Youth Foundation); a los relatores que nos
enseñaron técnicas para mejorar nuestro trabajo y a Anita Correa, directora de
Acción Joven, por el amor que pone en cada una de sus acciones para que todo
sea perfecto para nosotros.
Con este maravilloso refuerzo positivo, mi compromiso es a
seguir soñando con fuerza en que un nuevo Chile es posible y a continuar
poniendo todo de mí para instalar la felicidad como el principal factor de
desarrollo social en nuestro país.
Publicado en www.psicologosvoluntarios.cl el 19 de noviembre de 2013
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